hoy te siento pradera donde agradecido pasto al borde del desierto, llanura me estiro con el Sol a lo largo de milenios
no hallo amenaza en esa abundancia, aún en su extinta población
pintan hoy los montes con singular polaridad, una familia de acrídidos distribuye el color
reproduzco activo esa pasiva ofrenda del suelo al que me uno, se depositan aquí los huevos de incontables aproximaciones al ser, lotes enteros de futuras eclosiones creativas, de principios estacionales en cuya presencia crezco
conviven gramíneas y cultivos en equilibrada vigilancia, centímetros y centímetros en esa partición de géneros
cada singular insecto colorea su entorno dándome mi propio peso, un monte inofensivo. Y cultivo
eres especie única en tus formas, una inane indicación de vida, un estado imperturbale de conservación en tu interior
te poseen los ojos del cielo con el azul oscuro que tu cerebral antena clarea alrededor de tu cuerpo, te da los más cremosos matices. Te da los segmentos de realidad desde donde observar por separado los anillos que los unen, incluso los resquicios del blanco primario
el gran salto pictórico dice el nombre de estos montes, todo un cuerpo de colores. Llanura, me estiro